Escritos de alumnos

lunes, 17 de diciembre de 2012

Lafforgue, Jorge "Walsh en y desde el policial"



 Hola, este el artículo para conectar "Variaciones en rojo" y Operación masacre... ¡buena lectura!
Walsh En y Desde el Género Policial
Por Jorge Lafforgue
Publicado digitalmente: 31 de julio de 2004
Mientras buscaba renovar el género policial por una senda tradicional, Rodolfo Walsh lo revolucionó desde otro lugar.
Walsh había nacido en Choele-Choel (Provincia de Río Negro) en 1927 y había recibido una educación severa en internados regidos por curas irlandeses. Muy joven comenzó a trabajar en la editorial Hachette, de Buenos Aires, donde tuvo un contacto directo y asiduo con la narrativa policial, que en ese momento gozaba de muy buena salud.
Desde mediados de los ‘40 habrían de aparecer regularmente sus traducciones de Ellery Queen, Víctor Canning y, sobre todo, Cornell Woolrich/William Irish en las difundidas colecciones Evasión y Serie Naranja (aunque también tradujo algún título de El Séptimo Círculo en 1952). Para esta fecha ya ha comenzado a publicar sus propios cuentos en dos revistas de amplia circulación, Leoplán y Vea y lea, cuentos que se mueven entre el relato fantástico (“Los ojos del traidor”, “El viaje circular”) y el social (“Los nutrieros”), que utiliza elementos del policial, género hacia el que se irá volcando el grueso de la producción walshiana en su etapa inicial. Tal preeminencia queda claramente consignada en 1953 a través de dos libros: una antología y tres “variaciones” del autor.
Diez cuentos policiales argentinos tiene mucho de fundacional, porque es, sin vuelta de hojas, la oficialización del género desde su propia dinámica. En la Argentina podemos remontar el cuento y la novela policiales hasta sus lejanos orígenes: Groussac y Varela, respectivamente; podemos seguir con detalle su evolución a orillas del Plata hasta la notable explosión de los años ‘40; podemos, incluso, señalar otros muchos factores complementarios, como colecciones o publicaciones que apuntalan esa narrativa con fuerza; pero todas esas precisiones, que hoy el rastreo histórico posibilita, encuentran su primer alerta o llamado de atención, su primer lúcido reconocimiento global, en la excelente selección de Walsh. El volumen 29 de la colección Evasión comienza con una breve nota introductoria que, a pesar de su brevedad, bien puede considerarse como el primer ensayo sobre la gestación del género entre nosotros, y, se cierra, espléndidamente, con “Cuento para tahúres”, un texto del propio Walsh.
Por su parte, Variaciones en rojo, libro que será premiado por la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, recoge tres novelas cortas de Walsh: “La aventura de las pruebas de imprenta”, “Asesinato a distancia” y el relato que da título al volumen (Serie Naranja, número 192). Estos tres textos, cuya clave es el desciframiento de un enigma, según un razonamiento rigurosamente concatenado, que sortea las apariencias y da “jaque mate” sin adornos ni alharacas, son tres clásicos. Se ha puntualizado con respecto a estos textos el cuidado con que el autor supo vertir las pautas del policial según sus ejemplos más altos: Conan Doyle está sin duda presente en estas Variaciones en rojo que remiten al Estudio en escarlata; en el aficionado Daniel Hernández, que resuelve los casos corrigiendo el saber oficial, el del comisario Jiménez; en la geometrización del espacio narrativo, que evidencian los gráficos; etcétera.
Pero si en este primer Walsh están presentes los maestros de la tradición inglesa del género, no menos -si no más- está presente Borges. En parte por lo canónico compartido, pero sobre todo por la mirada erosionante de esos mismos saberes; mirada que ejerce el humor, la ironía, la parodia; mirada que se posa en varias zonas despreciadas de la producción literaria, en particular sobre ese género de los bajos fondos: el relato policial.
Pocos meses después de aparecido su primer libro y la mencionada antología, en febrero del ‘54, Walsh publica un artículo en el diario La Nación, “Dos mil quinientos años de literatura policial”, que además de ratificar su interés por el género, opta por una variante abierta en cuanto a los orígenes del mismo, rastreando elementos del policial en los textos bíblicos, en los clásicos grecorromanos y, contribución personal, en un preclaro pasaje del Quijote. De modo tal que Walsh no se planta obcecadamente en Poe; y si bien reconoce la existencia de una codificación, no postula que sus artículos deban ceñirse sólo a casos cerrados.
Durante ese año y los siguientes Walsh publica en revistas de interés general tanto cuentos como notas y artículos. Estos últimos pasan de los temas “culturales” a los de “actualidad”; y muchos de ellos aparecen firmados por Daniel Hernández, nombre de aquel esmirriado e inteligente detective de sus primeros cuentos, pero también el confidente -el que escucha, interroga y transcribe- del comisario Laurenzi, protagonista de una segunda tanda de relatos policiales escrita por Walsh de 1956 a 1961 (en la revista Vea y Lea se han podido ubicar siete “casos” de Laurenzi, seis de los cuales recogí en el volumen La máquina del bien y del mal, Buenos Aires, Clarín /Aguilar, 1992, págs. 15-95).
“Traducir” o “nacionalizar” el género policial planteaba -aún plantea- varias cuestiones espinosas a nuestros escritores. Si Jorge Luis Borges y Leonardo Castellani habían brindado respuestas verosímiles, no lograban sin embargo despegarse de las venerables sombras inglesas. La promoción posterior a esos maestros realiza un intento quizá más válido, con un mayor sabor de autenticidad. La figura del detective y el escenario de la acción constituyen dos nudos problemáticos sobre los que trabajan los integrantes de esa promoción. Walsh es uno de ellos y los cuentos protagonizados por el comisario Laurenzi son su mejor apuesta en tal sentido.
Laurenzi tiene rasgos similares a otros comisarios que asoman a la ficción policial argentina por esos años: Laborde (Manuel Peyrou), Leoni (Adolfo Pérez Zelaschi), Frutos Gómez (Velmiro Ayala Gauna). “Todos ellos son provincianos, están solos o no tienen familia y relatan sus aventuras justicieras a un interlocutor -periodista y/o escritor- desde la serenidad que les proporciona su condición de hombres retirados de la institución policial. Estas características, enunciadas con brevedad, permiten recordarnos la filiación a la narrativa ingles clásica, en el sentido de que ciertos tópicos del género, como es el celibato y una acentuada misoginia, persisten entre los nuestros” (Braceras, Leytour y Pittella).
Si bien en un primer momento nos parece advertir una contraposición entre los detectives ingleses, desdeñosos de la policía oficial, y nuestros comisarios que, en tanto tales, pertenecen a la misma; esa diferencia se atenúa notablemente cuando observamos que la relación de nuestros comisarios con la institución suele ser equívoca. Al menos en Laurenzi, a medida que transcurren los años, esa relación
“se va tensionando -como puntualizan las mencionadas estudiosas- de tal manera que determina en él un sentimiento de fracaso como comisario. Por otra parte, y como ya sabemos, esa tensión entre la ley y la verdad está ampliamente tematizada en el género y de la misma da cuenta Walsh al provocar en su comisario una paulatina transformación que lo lleva a colocarse en el punto de vista del criminal, o para decirlo con las palabras del héroe: ‘Yo notaba que me iba poniendo flojo, y era porque quería pensar, ponerme en el lugar de los demás, hacerme cargo. Y así hice dos o tres macanas hasta que me jubilé’.
Ponerse en el lugar de los demás puede leerse como ponerse en el lugar del criminal, compadecerse de él, identificarse con él y de esta manera hasta justificar el delito. Es por eso que en los cuentos que componen la saga Laurenzi, la figura del criminal se desdobla: es ‘victimario’ -mata, roba o delinque-, porque en una situación anterior o simultánea ha sido ‘víctima’ del que a su vez ha sido directa o indirectamente su victimario.”

Tal sería (ha sido en años recientes) una lectura pertinente de la producción narrativa de Walsh en sus doce primeros años, o sea desde 1950 (“Las tres noches de Isaías Bloom”) hasta 1962 (“Cosa juzgada”). Ambos cuentos se publicaron en Vea y Lea, por haber sido premiados respectivamente en el primer y segundo concurso de cuentos policiales organizados por esa revista. En ella, en septiembre de 1961, junto con su también premiado relato “Transposición de jugadas”, que ilustra Hugo Pratt, aparece una nota-reportaje donde Walsh reafirma su convicción sobre “La muerte y la brújula” (Borges) como el mejor cuento policial de autor argentino y Las nueve muertes del padre Metri (Castellani) como el mejor libro del género; pero a la vez expresa que “la literatura policial es un ejercicio entretenido y a la vez estéril de la inteligencia”.
Consecuentemente, en los años siguientes hasta su trágica desaparición en marzo de 1977, Rodolfo Walsh va asumiendo un creciente compromiso con la militancia política (que deriva en su ingreso a los grupos armados del peronismo) a la vez que en un desgarrado abandono de la escritura. Sin embargo, hacia mediados de los años ‘60 aún realiza una intensa actividad literaria, que se traduce en un par de obras de teatro, dos excelentes libros de cuentos (Los oficios terrestres, 1965; Un kilo de oro, 1967), una antología (Crónicas de cuba, 1969) y varios textos que aparecen en volúmenes colectivos o periódicos del momento, como Panorama y Primera Plana. En esta vasta producción, el policial está presente sólo indirectamente, (mediante la utilización de recursos y técnicas del género o en las traducciones de Chandler o McCoy para la Serie Negra dirigida por Ricardo Piglia), como si de esta manera el autor corroborase su alejamiento de todo “entretenimiento”, de toda “evasión”. Pero no, esto supone adoptar una óptica cómoda, situando a Walsh en el desarrollo del género policial en la Argentina junto a escritores como los mencionados Pérez Zelaschi o Ayala Gauna, en un lugar de inflexión nacional, de búsqueda de arraigo, pero que Walsh deja en el preciso momento en que hace pie firme. Como si veinte años después repitiese el gesto borgeano de renuncia al género en su propia escritura (aunque sin dejar las fuertes marcas que dejara Borges en los ‘40). Pero no, otras son las circunstancias y otro el juego.
Es verdad que también podríamos preguntarnos por qué Walsh no adopta el camino que por esos tiempos emprenden algunos jóvenes (Martini, Sinay, Tizziani, entre otros) que se inician en las letras y que ven en la vertiente negra del género una forma de aunar el ejercicio literario con el compromiso político: mediante una prosa fuerte, sin afeites, denunciar a quienes han instaurado en el seno de nuestra sociedad la corrupción y la violencia. La respuesta a este y otros interrogantes debemos buscarla en los textos del propio Walsh; muy en particular en una senda que él comenzó a transitar muy tempranamente (casi al mismo tiempo que bosqueja, por otro lado -¿sin ninguna concomitancia?- la figura del comisario Laurenzi), cuando en el año 1956 emprendió la investigación sobre los fusilamientos ilegales de José León Suárez que le llevará, primero, a las denuncias de Propósitos y Revolución Nacional y luego, entre mayo y julio de 1957, a aquellas notas ejemplares en la revista Mayoría, que conformarán el cuerpo de un libro que se publica en diciembre de ese mismo año: Operación Masacre. Un procedimiento de publicación similar -de las notas periodísticas al libro- utilizará para otras dos obras fundamentales : Caso Satanowsky y ¿Quién mató a Rosendo? Más allá de las diferencias, en particular de acento ideológico, que cabe observar en estos tres libros (a los que bien podrían sumarse algunos otros textos walshianos no reunidos en libro), los tres se encuadran en lo que hoy suele denominarse “periodismo de investigación” o, también y como se lo ha señalado más de una vez, en esa zona de la producción literaria que, a partir de Mailer y Capote, se ha dado en llamar non fiction o “nuevo periodismo” (cfr. Ana María Amar Sánchez: El relato de los hechos. Rodolfo Walsh: testimonio y escritura, Rosario, Beatriz Viterbo Editora, 1992, seguramente el mejor estudio en tal sentido).
Como otras grandes obras de la literatura argentina -no por azar surge el recuerdo de Facundo-, Operación Masacre y sus similares walshianos son, considerados desde ópticas convencionales (me refiero a aquellas deudoras de las preceptivas clásicas), híbridos genéricos. Pero, tal vez por ello mismo, son a un tiempo obras fundacionales de la literatura nacional. Obras que violentan los esquemas y los discursos acordados, obras renovadoras. ¿Y el policial? Es obvio que en estos textos Walsh no sigue ningún modelo impuesto, ni clásico ni negro, ni tampoco intenta una traducción plausible. Su propuesta es otra, de otra índole; pero, desde el punto de vista de la eficacia literaria, no hay duda de que los recursos y las técnicas más y mejor utilizados provienen del género policial. Del uso que él supo darles. Apropiación nada indebida, entonces.
Porque escribir dentro de un género supone no traspasar sus límites, acatar sus reglas y convenciones; ya que hasta la parodia más desaforada no las infringe, sino que las deja al desnudo, respeta el juego. Por eso, cuando la escritura desiste de recrearse, cuando sus referentes son los vendavales de la historia y los asume con la plenitud de sus medios, se produce una ruptura. Lo que de esa ruptura surge es nuevo, inédito, no fácil de digerir. Así ocurre en la escritura de Walsh. Sin embargo, al romper su pacto con el género (y pese a su actitud injustamente desdeñosa hacia el mismo) no arroja sus enseñanzas al cesto de los deshechos sino que las potencia, fusionándolas con nuevos aprendizajes, construyendo, con asombro, con exasperación, con lucidez, otro saber.
La elección walshiana, de radical contundencia, no tiene sucesión inmediata. Pero hoy bien podemos considerarla un precedente de los “desvíos” que marcarán años después los mejores textos de Piglia, Martini, Soriano, Gandolfo o Feinmann, deudores confesos y críticos de un género que también ellos supieron renovar en otras instancias.

El artículo de Elena Braceras et al., así como otros estudios sobre la obra de Rodolfo Walsh, que complementan y clarifican algunos planteos del texto precedente y que, en conjunto, ofrecen el panorama crítico más completo sobre el autor hasta el momento, se hallan en el número especial que, bajo mi coordinación, le dedicara la revista Nuevo Texto Crítico, Stanford University, año VI, julio 1993-junio 1994, num. 12/13; 320 págs. [Adenda: Recientemente este volumen ha sido reeditado en nuestro país; cf. Jorge Lafforgue (Ed.): Textos de y sobre Rodolfo Walsh. Bs. As., Alianza, 2000.] (N del A) ( ¿Quién es Jorge Lafforgue?)



jueves, 22 de noviembre de 2012

Camino al TP 3

Imágenes sensoriales

*Las imágenes sensoriales son las que captamos por medio de nuestros sentidos:
Visual:
           “dando vueltas,/girando,/entre muebles y sombras,”  Oliverio Girondo
Auditiva:
           “El viento de la noche gira en el cielo y canta.” Pablo Neruda
Táctil:
           “es herida, que duele y no se siente” Francisco de Quevedo
Gustativa:
          “dulce como mieles de jardines”
Olfativa:
          “olor acre de pólvora en sus manos”
También podemos percibir el movimiento por medo de imágenes cinéticas:
          “un andar solitario entre la gente” Francisco de Quevedo

Sinestesia

El origen del término “sinestesia” proviene de la fusión de dos palabras griegas que significan “junto” y “fusión” y se entiende como la percepción de una misma cosa a través de dos sentidos* diferentes; de alguna manera, implica una percepción más compleja.
Sinestesia es un procedimiento que consiste en una transposición de sensaciones, es decir, es la descripción de una experiencia sensorial en términos de otra.
Ejemplos:
“Que el alma que hablar puede con los ojos
también puede besar con la mirada.”
“Sobre la tierra amarga
caminos tiene el sueño. . .”
Imágenes en el rock nacional



Escuchemos “Mañana en el Abasto” 







Mañana en el Abasto  - letra: Luca Prodan / música: Sumo

Mañana de sol, bajo por el ascensor,
calle con árboles, chica pasa con temor.
No tengas miedo, no, me pelé por mi trabajo,
las lentes son para el sol y para la gente que me da asco.
No vayas a la escuela por que San Martín te espera,
estás todo el día sola y mirás mi campera.

Tomates podridos por las calles del Abasto,
podridos por el sol que quiebra las calles del Abasto.
Hombre sentado ahí, con su botella de Resero,
los bares tristes y vacíos ya, por la clausura del Abasto.

José Luis y su novia se besan por ahí en el Abasto,
yo paso y me saludan bajo la sombra del Abasto.

Parada Carlos Gardel, es la estación del Abasto,
Sergio trabaja en el bar en la estación del Abasto,
piensa siempre más y más, será por el aburrimiento.

Subte Línea B y yo me alejo más del cielo,
ahí escucho el tren, ahí escucho el tren,
estoy en el subsuelo, estoy en el subsuelo. 


Petinatto, un miembro de Sumo, hablando cuando compusieron esta cancn
(After Chabon)

Un climático pothead de los nuestros. También se repetía el esquema: una base salida de alguna parte con el contrabajo de Arnedo al frente, algunos saxofones pastoriles y una de las atmósferas mejor concebidas (aunque, como siempre, interviniera el azar jugando de nuestro lado). Luca puso la letra. No recuerdo si la tenía escrita o no. Es cierto que, como dicen muchos, tuvo que venir un italiano para rescatar “el Abasto como nadie lo había hecho antes”, pero también es verdad que por lo menos a Germán y a mí nos parecía horrible la interpretación de Prodan. Desafinada y muy difícil dentender en su momento. Hoy es fácil decir que es un clásico o un hit, pero no pasó lo mismo en su momento. La primera frase, “Mañaaaana aa de sollll...” sonaba espantosa. No supimos qué hacer con él y tampoco estaba en condiciones de realizar varias tomas ni mucho menos. Una vez más en un solo tono casi acuático el tema quedó terminado. Lo que quiero decir es que los tiempos de las composiciones hechas de antemano llegaban a su fin. Habíamos comenzado una nueva etapa: la de preparar bases para que Luca pusiera algo encima; y si había un grupo perfectamente preparado para crear bases... ¡ese era el nuestro! Pero aunque esto suene feliz, no lo era. Luca necesitaba ahora sí la ayuda de todos. Prodan dijo: “La letra es como una película... así... bajando por el ascensor, caminando por la calle, la mina que pasa... Era perfecto para un video. Yo todas las mañanas bajaba por el ascensor y me iba a visitar a una amiga, a la que siempre despertaba con flores. Era una amiga mía, estaba mal y yo la despertaba con las flores... Y nada... Era ese recorrido por el Abasto. José Luis y su novia existían de verdad”.
 






5°2° TP 3

   Consigna      ...

Escribir un texto lírico breve que contenga sinestesia. No tiene que ser extenso, pueden ser sólo dos o tres versos. El texto debe dar cuenta de tu paso por el colegio; un momento, un lugar, una impresión, un punto, un cruce en estos cinco años.

Recomendación: no dejen de ver la entrada "Camino al TP 3"  

Fecha de entrega: 
                                        Grupo A. 29/11/12

                                        Grupo B. 03/12/12

 Lectura: Ardiente paciencia de Antonio Skármeta;  
 podés encontrar la novela en la biblioteca de este blog.

 

jueves, 15 de noviembre de 2012

5ª2ª TP 2

*
*

5°2°, "Camino al TP3"


5°2°, "Camino al TP3"

                         acá van los poemas:


Llegó con tres heridas


Llegó con tres heridas:

la del amor,

la de la muerte,

la de la vida.


Con tres heridas viene:

la de la vida,

la del amor,

la de la muerte.


Con tres heridas yo:

la de la vida,

la de la muerte,

la del amor.


Miguel Hernández




Tristes guerras


Tristes guerras

si no es amor la empresa.

Tristes, tristes.


Tristes armas

si no son las palabras.

Tristes, tristes.


Tristes hombres

si no mueren de amores.

Tristes, tristes.


Miguel Hernández




3


sólo la sed

el silencio

ningún encuentro


cuídate de mí amor mío

cuídate de la silenciosa en el desierto

de la viajera con el vaso vacío

y de la sombra de su sombra.


Alejandra Pizarnik

Tu voz


Emboscado en mi escritura

cantas en mi poema.

Rehén de tu dulce voz

petrificada en mi memoria.

Pájaro asido a su fuga.

Aire tatuado por un ausente.

Reloj que late conmigo

para que nunca despierte.


Alejandra Pizarnik




Utopía



Ella está en el horizonte.

Me acerco dos pasos,

ella se aleja dos pasos.

Camino diez pasos

y el horizonte se corre

diez pasos más allá.

Por mucho que camine

nunca la alcanzaré.

Y entonces...

¿para qué sirve la utopía?

Para eso sirve:

para caminar.


Eduardo Galeano




Vórtice

Del mar, a la montaña,

por el aire,

en la tierra,

de una boca a otra boca,

dando vueltas,

girando,

entre muebles y sombras,

displicente,

gritando,

he perdido la vida,

no sé dónde,

ni cuándo.


Oliverio Girondo / Persuasión de los días


Te quiero


Tus manos son mi caricia,

mis acordes cotidianos;

te quiero porque tus manos

trabajan por la justicia.


Si te quiero es porque sos

mi amor, mi cómplice y todo,

y en la calle, codo a codo,

somos mucho más que dos.


Tus ojos son mi conjuro

contra la mala jornada;

te quiero por tu mirada

que mira y siembra futuro.


Tu boca que es tuya y mía

tu boca no se equivoca;

te quiero porque tu boca

sabe gritar rebeldía.


Si te quiero es porque sos

mi amor, mi cómplice y todo,

y en la calle, codo a codo,

somos mucho más que dos.


Y por tu rostro sincero,

y tu paso vagabundo

y tu llanto por el mundo,

porque sos pueblo te quiero.


Y porque amor no es aurora,

ni cándida moraleja,

y porque somos pareja

que sabe que no está sola.


Te quiero en mi paraíso

es decir que en mi país

la gente viva feliz

aunque no tenga permiso.


Si te quiero es porque sos

mi amor, mi cómplice y todo,

y en la calle, codo a codo,

somos muchos más que dos.


Mario Benedetti




Canto negro


¡Yambambó, yambambé!

Repica el congo solongo,

repica el negro bien negro;

congo solongo del songo

baila yambó sobre un pie.


Mamatomba,

serembe cuserembá.


El negro canta y se ajuma,

el negro se ajuma y canta,

el negro canta y se va.

Auememe serembó,

aé;

yambó,

aé.


Tamba, tamba, tamba, tamba,

tamba del negro que tumba;

tumba del negro, caramba,

caramba, que el negro tumba:

¡yamba, yambó, Yambambé!

Nicolás Guillén

 


5

La lluvia,

con frecuencia,

penetra por mis poros,

ablanda mis tendones,

traspasa mis arterias,

me impregna,

poco a poco,

los huesos,

la memoria.

Entonces,

me refugio

en un rincón cualquiera

y estirado en el suelo

escucho,

durante horas,

el ritmo de las gotas

que manan de mi carne,

como de una gotera.

Oliverio Girondo / Persuasión de los días


Si mis manos pudieran deshojar


Yo pronuncio tu nombre

en las noches oscuras,

cuando vienen los astros

a beber en la luna

y duermen los ramajes

de las frondas ocultas.

Y yo me siento hueco

de pasión y de música.

Loco reloj que canta

muertas horas antiguas.


Yo pronuncio tu nombre,

en esta noche oscura,

y tu nombre me suena

más lejano que nunca.

Más lejano que todas las estrellas

y más doliente que la mansa lluvia.


¿Te querré como entonces

alguna vez? ¿Qué culpa

tiene mi corazón?

Si la niebla se esfuma,

¿qué otra pasión me espera?

¿Será tranquila y pura?

¡Si mis dedos pudieran

deshojar la luna!


Federico García Lorca




Poema 3

Sólo la sed
el silencio
ningún encuentro

cuídate de mí amor mío
cuídate de la silenciosa en el desierto
de la viajera con el vaso vacío
y de la sombra de su sombra


Alejandra Pizarnik





¿Dónde?


¿Me extravié en la fiebre?

¿Detrás de las sonrisas?

¿Entre los alfileres?

¿En la duda?

¿En el rezo?

¿En medio de la herrumbre?

¿Asomado a la angustia,

al engaño,

a lo verde?...

No estaba junto al llanto,

junto a lo despiadado,

por encima del asco,

adherido a la ausencia,

mezclado a la ceniza,

al horror, al delirio.

No estaba con mi sombra,

no estaba con mis gestos,

más allá de las normas,

más allá del misterio,

en el fondo del sueño,

del eco,

del olvido.

No estaba.

¡Estoy seguro!

No estaba.

Me he perdido.


Oliverio Girondo / Persuasión de los días



11

ahora

en esta hora inocente
yo y la que fui nos sentamos
en el umbral de mi mirada


Alejandra Pizarnik / Árbol de Diana


Amantes

una flor
no lejos de la noche
mi cuerpo mudo
se abre
a la delicada urgencia del rocío


Alejandra Pizarnik

SELECCIÓN POEMAS

Poema 20


Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: “La noche está estrellada,

y tiritan, azules, los astros, a lo lejos”.

El viento de la noche gira en el cielo y canta.


Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Yo la quise, y a veces ella también me quiso.


En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.

La besé tantas veces bajo el cielo infinito.


Ella me quiso, a veces yo también la quería.

Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.


Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.


Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.

Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.


Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.

La noche está estrellada y ella no está conmigo.


Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.

Mi alma no se contenta con haberla perdido.


Como para acercarla mi mirada la busca.

Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.


La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.

Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.


Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.

Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.


De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.

Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.


Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.

Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.


Porque en noches como esta la tuve entre mis brazos,

mi alma no se contenta con haberla perdido.


Aunque este sea el último dolor que ella me causa,

 y estos sean los últimos versos que yo le escribo.


Pablo Neruda

20 poemas de amor y una canción desesperada


Poema 20


dice que no sabe del miedo de la muerte del amor

dice que tiene miedo de la muerte del amor

dice que el amor es muerte es miedo

dice que la muerte es miedo es amor

dice que no sabe


Alejandra Pizarnik

Árbol de Diana




Oración


 

Habítame, penétrame.

Sea tu sangre una con mi sangre.

Tu boca entre a mi boca.

Tu corazón agrande el mío hasta estallar.

Desgárrame.

Caigas entera en mis entrañas.

Anden tus manos en mis manos.

Tus pies caminen en mis pies, tus pies.

Árdeme, árdeme.

Cólmeme tu dulzura.

Báñeme tu saliva el paladar.

Estés en mí como está la madera en el palito.

Que ya no puedo así, con esta sed

quemándome.

 

Con esta sed quemándome.

 

La soledad, sus cuervos, sus perros, sus pedazos.

 

Juan Gelman




Un hombre de éxito


No puede mirar la luna sin calcular la distancia.

No puede mirar un árbol sin calcular la leña.

No puede mirar un cuadro sin calcular el precio.

No puede mirar un menú sin calcular las calorías.

No puede mirar un hombre sin calcularla ventaja.

No puede mirar una mujer sin calcular el riesgo.


Eduardo Galeano
Las palabras andantes


Dicotomía incruenta


Siempre llega mi mano

más tarde que otra mano que se mezcla a la mía

y forman una mano.

Cuando voy a sentarme

advierto que mi cuerpo

se sienta en otro cuerpo que acaba de sentarse

adonde yo me siento.

Y en el preciso instante

de entrar en una casa,

descubro que ya estaba

antes de haber llegado.

Por eso es muy posible que no asista a mi entierro,

y que mientras me rieguen de lugares comunes,

ya me encuentre en la tumba,

vestido de esqueleto,

bostezando los tópicos y los llantos fingidos.


Oliverio Girondo

Persuasión de los días



 


El puro no



El no

El no inóvulo

El no nonato

El noo

El no poslodocosmos des pestios ceros noes que noan noan noan

y nooan

y plurimono noan al morbo amorfo noo

no démono

no deo

sin son sin sexo ni órbita

el yerto inóseo noo en unisolo amódulo

sin poros ya sin nódulo

ni yo ni fosa ni hoyo

el macro no no polvo

el no más nada todo

el puro no

sin no.


Oliverio Girondo

En la masmédula




La mezcla


No sólo

el fofo fondo

los ebrios lechos légamos telúricos entre fanales serios

y sus líquenes

no sólo el solicroo

las prefugas

lo impar ido

el ahonde

el tacto incauto solo

los acordes abismos de los órganos sacros del orgasmo

el gusto al riesgo en brote

al rito negro al alba con su esperezo lleno de gorriones

ni tampoco el regosto

los suspiritos sólo

ni el fortuito dial sino

o los autosondeos en pleno plexo trópico

ni las exellas menos ni el endédalo

sino la viva mezcla

la total mezcla plena

la pura impura mezcla que me merma los machimbres el almamasa tensa las tercas hembras tuercas

la mezcla


la mezcla con que adherí mis puentes


Oliverio Girondo

En la masmédula



Definiendo el amor


Es hielo abrasador, es fuego helado,
es herida, que duele y no se siente,
es un soñado bien, un mal presente,
es un breve descanso muy cansado.

Es un descuido, que nos da cuidado,
un cobarde, con nombre de valiente,
un andar solitario entre la gente,
un amar solamente ser amado.

Es una libertad encarcelada,
que dura hasta el postrero paroxismo,
enfermedad que crece si es curada.

Este es el niño Amor, este es tu abismo:
mirad cuál amistad tendrá con nada,
el que en todo es contrario de sí mismo.


Francisco de Quevedo


Mi lumía


MI lu

mi lubidulia

mi golocidalove

mi lu tan luz tan tu que me enlucielabisma

y descentratelura

y venusafrodea

y me nirvana el suyo la crucis los desalmes

con sus melimeleos

sus eropsiquisedas sus decúbitos lianas y dermiferios limbos y

gormullos

mi lu

mi luar

mi mito

demonoave dea rosa

mi pez hada

mi luvisita nimia

mi lubísnea

mi lu más lar

más lampo

mi pulpa lu de vértigo de galaxias de semen de misterio

mi lubella lusola

mi total lu plevida

mi toda lu

lumía


Oliverio Girondo

En la masmédula




Rima XXX

Asomaba a sus ojos una lágrima
y a mi labio una frase de perdón;
habló el orgullo y se enjugó su llanto,
y la frase en mis labios expiró.

Yo voy por un camino; ella, por otro;
pero, al pensar en nuestro mutuo amor,
yo digo aún: —¿Por qué callé aquel día?
Y ella dirá: —¿Por qué no lloré yo?


Gustavo A. Bécquer

Rimas






Yolleo


Eh vos

tatacombo

soy yo

di

no me oyes

tataconco

soy yo sin vos

sin voz

aquí yollando

con mi yo sólo solo que yolla y yolla y yolla

entre mis subyollitos tan nimios micropsíquicos

lo sé

lo sé             y tanto

desde el yo mero mínimo al verme yo harto en todo

junto a mis ya muertos y revivos yoes siempre siempre

yollando y yoyollando siempre

por qué

si sos

por qué di

eh vos

no me oyes

tatatodo

por qué tanto yollar

responde

y hasta cuándo


Oliverio Girondo

En la masmédula





¿Qué diría?


¿Qué diría la gente, recortada y vacía
si en un día fortuito, por ultra fantasía,
me tiñera el cabello de plateado y violeta,
usara peplo griego, cambiara la peineta
por cintillo de flores: miosotis o jazmines,
cantara por las calles al compás de violines,
o dijera mis versos recorriendo las plazas,
libertado mi gusto de vulgares mordazas?


¿Irían a mirarme cubriendo las aceras?
¿Me quemarían como quemaron hechiceras?
¿Campanas tocarían para llamar a misa?


En verdad que pensarlo me da un poco de risa.

Alfonsina Storni

El dulce daño (1918)


Oración de un desocupado


Padre,
  desde los cielos bájate, he olvidado
las oraciones que me enseñó la abuela,
pobrecita, ella reposa ahora,
no tiene que lavar, limpiar, no tiene
que preocuparse andando el día por la ropa,
no tiene que velar la noche, pena y pena,
rezar, pedirte cosas, rezongarte dulcemente.

Desde los cielos bájate, si estás, bájate entonces,
que me muero de hambre en esta esquina,
que no sé de qué sirve haber nacido,
que me miro las manos rechazadas,
que no hay trabajo, no hay,
  bájate un poco, contempla
esto que soy, este zapato roto,
esta angustia, este estómago vacío,
esta ciudad sin pan para mis dientes, la fiebre
cavándome la carne,
este dormir así,
bajo la lluvia, castigado por el frío, perseguido
te digo que no entiendo, Padre, bájate,
tócame el alma, mírame
el corazón,
yo no robé, no asesiné, fui niño
y en cambio me golpean y golpean,
te digo que no entiendo, Padre, bájate,
si estás, que busco
resignación en mí y no tengo y voy
a agarrarme la rabia y a afilarla
para pegar y voy
a gritar a sangre en cuello
por que no puedo más, tengo riñones
y soy un hombre,
bájate, qué han hecho
de tu criatura, Padre?
un animal furioso
que mastica la piedra de la calle?


Juan Gelman

Violín y otras cuestiones



Poema 12

Se miran, se presienten, se desean,

se acarician, se besan, se desnudan,

se respiran, se acuestan, se olfatean,

se penetran, se chupan, se demudan,

se adormecen, despiertan, se iluminan,

se codician, se palpan, se fascinan,

se mastican, se gustan, se babean,

se confunden, se acoplan, se disgregan,

se aletargan, fallecen, se reintegran,

se distienden, se enarcan, se menean,

se retuercen, se estiran, se caldean,

se estrangulan, se aprietan, se estremecen,

se tantean, se juntan, desfallecen,

se repelen, se enervan, se apetecen,

se acometen, se enlazan, se entrechocan,

se agazapan, se apresan, se dislocan,

se perforan, se incrustan, se acribillan,

se remachan, se injertan, se atornillan,

se desmayan, reviven, resplandecen,

se contemplan, se inflaman, se enloquecen,

se derriten, se sueldan, se calcinan,

se desgarran, se muerden, se asesinan,

resucitan, se buscan, se refriegan,

se rehúyen, se evaden y se entregan.


Oliverio Girondo

Espantapájaros



II

Sin ti

el sol cae como un muerto abandonado.


Sin ti

me tomo en mis brazos

y me llevo a la vida

a mendigar fervor.


Alejandra Pizarnik

Las aventuras perdidas



Soneto


Desmayarse, atreverse, estar furioso,

áspero, tierno, liberal, esquivo,

alentado, mortal, difunto, vivo,

leal, traidor, cobarde, animoso;


no hallar fuera del bien, centro y reposo,

mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,

enojado, valiente, fugitivo,

satisfecho, ofendido, receloso;


huir el rostro al claro desengaño,

beber veneno por licor suave,

olvidar el provecho, amar el daño;


creer que un cielo en un infierno cabe,

dar la vida y el  alma a un desengaño:

esto es amor, quien lo probó lo sabe.


Félix Lope de Vega